sábado, 8 de mayo de 2010

Festividades ayacuchanas







Semana Santa ayacuchana
Ayacucho destaca no sólo por sus numerosos templos y casonas coloniales, sino también por sus costumbres y tradiciones ancestrales, que reflejan la inquebrantable fe de su pueblo. En Ayacucho, la festividad cristiana de Semana Santa se celebra durante diez días, en los cuales la población se moviliza con fervor para participar en ceremonias religiosas y procesiones, así como en actividades culturales, artísticas y comerciales.
La ciudad de Ayacucho es considerada después de Sevilla (España) como la segunda en el mundo por la celebración de la tradicional Semana Santa.
La fiesta cristiana desde su origen tuvo como eje la Pascua de Resurrección. Por tanto, "el contenido de la Pascua, es el triunfo de Cristo sobre la muerte", donde el arrepentimiento y la penitencia tienen un papel muy importante:
Se inicia el Domingo de Ramos por la mañana, donde se realiza la bendición de los ramos o palmas. Más tarde en la Plaza de Armas, se desarrolla la procesión de imagen de Jesús sentado sobre un pollino blanco, que avanza rodeado de los 12 apóstoles y seguido por una multitud que agita palmas artísticamente trenzadas. Las calles se cubren con alfombras de flores de variados diseños y colores.
Lunes Santo, la Procesión del Señor del Huerto, que sale del templo de la Buena Muerte.
Martes Santo, la Procesión del Señor de la Sentencia, que sale de la iglesia de La Amargura.
Miércoles Santo, la Procesión del Encuentro, que sale desde el templo y convento de Santa Clara y escenifica el encuentro de Jesús con la Virgen María en su camino al Calvario. Esta es la procesión que suscita mayor emotividad en la población ayacuchana. La Plaza Mayor es el escenario donde se revive el encuentro de Jesús con su madre. Las dos andas se acercan lentamente para, finalmente, encontrarse en la esquina del templo de San Agustín. Las andas de esta procesión están ricamente adornadas con cirios y adornos de cera.
Jueves Santo, en la Catedral, el Obispo lava los pies de doce personas muy pobres para rememorar este acto de humildad de Jesús. El pueblo se dirige en romería a visitar las 7 iglesias más importantes de la ciudad para ganar indulgencias.
Viernes Santo; por la mañana, se realiza el Sermón de las Tres Horas en la mayoría de las iglesias. En las principales calles céntricas de la ciudad se crean hermosas alfombras de flores para recibir a la procesión. En la noche, las luces de la ciudad se apagan para que salga la procesión del Señor del Santo Sepulcro, donde la imagen de Cristo yace en un féretro de cristal adornado con flores blancas acompañado de la Virgen Dolorosa, esta conmovedora procesión es acompañada de fieles vestidos de luto con vela en mano para acompañar en duelo a la procesión al compás de la banda de músicos y de la tuna universitaria que dedica desgarradoras canciones en quechua; finalizada la procesión los jóvenes se dirigen al "Vela Toro", una costumbre pagana en la que se bendicen a los toros que serán sacrificados el día Sábado después del "Jala Toro", que es una fiesta costumbrista en al que acuden ganaderos, fieles y turistas, es amenizando con wajrapuco, guitarras y charangos.
Sábado de Gloria, Día de festejo popular que comienza con el “Jala Toro o Pascua Toro”, que es una costumbre tradicional en la que los toros son soltados en la alameda rumbo a la plaza de armas. Los toros son enlazados por los jinetes con sus bravos caballos morochucos que están escoltados por hacendados con caballos de paso y bandas de músicos, que acompañan en arascasca a las grupos de personas que van corriendo por delante de los bravos toros de lidia; la gente se amotina en las plaza formando torres humanas. También hay personas que optan por la visita al Mirador de Acuchimay donde se arma una feria. Por la noche, se vende ponche y otras bebidas calientes, que son bebidas típicas, pues la multitud pasará en vela la noche entera en la plaza, esperando el amanecer del día Domingo, donde se presenciará el hermoso amarre del Anda del Cristo Resucitado. Afuera, en las cuatro esquinas de la plaza de armas, se puede ver ardiendo las hogueras de "chamiza", como señal de bienvenida, y enormes castillos pirotécnicos que alumbran la noche. Las campanas siguen sonando, pero cada vez más fuerte, al mismo tiempo que los cohetes comienzan a silbar y la música suena a todo dar; esperando la última y la más grande procesión.
Domingo de Resurrección, la Procesión del Cristo Resucitado, que sale de madrugada acompañado de miles de personas. El armazón gigante de esta bellísima anda, poco a poco va armándose en forma piramidal, sobre ella se operará el prodigio de la resurrección; su altura toma toda la puerta principal de la catedral. Está construida de un armazón de madera, maguey y otros materiales que forma gradillas que van disminuyendo de tamaño desde la base hasta la cúspide. Sobre cada una de las gradillas se va armando la procesión con adornos, flores, frutas de cera y muchísimos cirios que arderán por la madrugada con muchas luces blancas, que harán imponente esta procesión del Cristo Resucitado. La aparición, en el amanecer oscuro, produce el efecto de una grande e impresionante belleza, cuando se va aproximando al gentío que aguarda en la plaza. Transpuesta finalmente la gran puerta, sucede el milagro, en la cúspide del Anda aparece la punta del estandarte de plata; luego, poco a poco, con estudiada lentitud, asciende del interior la efigie del Señor Resucitado; ya al salir de pleno a la plaza, mientras continúan latiendo las campanas, la multitud estalla en gritos y aplausos y la música empieza a sonar. La procesión recorre todo el perímetro de la plaza mayor; además de los juegos artificiales se quema la “chamiza”, que con su fulgor y crepitar otorga un ambiente de fiesta y regocijo. Esta procesión, es la más impresionante de la Semana Santa por su significado y por la gran magnitud del enorme trono, que es cargado por aproximadamente 300 devotos. Luego, por la tarde, se realizan las tradicionales carreras de caballos de los morochucos.
Carnaval ayacuchano
Artículo principal: Carnaval ayacuchano
El 4 de diciembre del 2003, el Instituto Nacional de Cultura (INC) declaró Patrimonio Cultural de la Nación a los Carnavales de Ayacucho, una de las celebraciones del carnaval más hermosas del Perú, que no solo se celebran en Huamanga, sino en muchos distritos de esta ciudad. Es el único carnaval del Perú que es declarado oficialmente como Patrimonio Cultural de la Nación.
El carnaval de Ayacucho es celebrado en el mes de febrero, año tras año, desde hace muchísimo tiempo; reúne a grandes y chicos en una celebración que oficialmente dura tres días, pero que inicia un mes atrás con la llegada de las comparsas rurales, las cuáles vienen desde los distintos lugares del departamento, tanto para competir en el gran concurso de comparsas rurales, como para bailar por las calles de la ciudad mostrando la riqueza cultural del lugar de donde provienen, riqueza que halla en su canto y su danza siempre al ritmo de los carnavales.

Artesanía y Cultura ayacuchana










Artesanía





La riqueza y calidad de la artesanía de Ayacucho, en sus diversas manifestaciones, han hecho que sea considerada como «Capital del Arte Popular y de la Artesanía del Perú». En la artesanía ayacuchana se conjugan técnicas y tradiciones precolombinas con aportes hispanos y la permanente creatividad de los pobladores de la región. Sus expresiones más conocidas son los retablos, las tallas en piedra de Huamanga y los trabajos en platería y filigrana.
Retablos

Retablos Ayacuchanos.
Los Retablos ayacuchanos descendientes directos de los españoles cajones de San Marcos ó de San Antonio, representan en su interior escenas de profundo contenido andino. Son una tradicional muestra de la maravillosa capacidad creadora y artística de los artesanos de esta tierra.
Esta pieza artesanal consiste en una vistosa y colorida caja de madera con doble puerta. Sus paredes están decoradas con flores de distinta naturaleza y presenta horizontalmente una división interior: el Hanan Pacha o mundo celestial y el Kay Pacha o mundo terrenal.
Desde la época de la colonia hasta las últimas décadas, el retablo ayacuchano ha seguido evolucionando. Los niveles de representación son ahora cuatro o seis; los soportes son de metal o de vidrio; los personajes principales suelen ser caudillos históricos y políticos de moda.
Piedra de Huamanga

Piedra de Huamanga.
La piedra de Huamanga es el alabastro, un mineral de color blanco y a veces, con tonalidades que van del gris o plomo al sepia. Se trata de un sedimento de origen volcánico y se caracteriza por su fácil maleabilidad, su color blanquecino y su exclusividad.
Los escultores huamanguinos, en tiempos de la colonia, tallaron cuadros en relieve, delicadas figuras y grupos religiosos policromados al óleo. Las representaciones más frecuentes fueron las vírgenes, santos, nacimientos y el descendimiento de Cristo.
Hacia fines del siglo XVIII aparecieron los temas galantes y los leones chinescos; las figuras se coloreaban de manera transparente. Poco a poco el color fue desapareciendo limitándose sólo a los cabellos y a los rasgos del rostro, usándose el dorado para los detalles. La superficie blanca y pulida de la piedra fue adquiriendo cada vez mayor importancia en el siglo XIX, época en la que las representaciones alegóricas y profanas destacaron sobre las religiosas. Hoy los artífices populares han dado mayor atención a los personajes y temas rurales, y a los grupos escultóricos en los que prevalece la blancura del material.
Orfebrería
Desde el virreinato, los orfebres ayacuchanos alcanzaron gran fama por el notable trabajo que realizaban, esta fama se conserva pues la plata sigue siendo trabajada con magistrales técnicas para el repujado, el burilado y la filigrana, ésta consiste en entrelazar hilos de plata y se emplea para confeccionar prendedores y aretes, entre otras joyas.
Gastronomía
Al igual que otras ciudades del Perú, Ayacucho posee una diversidad de potajes que hacen delicia de quienes lo saborean. Entre los más solicitados figuran el Puca picante, un guiso preparado a base de papa pequeña, maní tostado molido, trozos de carne de chancho y beterraga, que sazonados con ají colorado y otros condimentos, obtiene un sabor y aroma particular que agrada a propios y extraños; también es conocido el Mondongo ayacuchano, una sopa de mote que se cocina durante toda la noche con carne de res, panza de res y tocino de cerdo; se sirve con un aderezo de ají colorado molido y tostado, junto con hierbabuena picada.
Otras atracciones al paladar son el Adobo ayacuchano, Qapchi, Chicharrón, Patachi, Puchero, Uman caldo, Cuy chactado y la Pachamanca ayacuchana.
Entre los postres se recomienda el Muyuchi (helado típico de la región) y para beber, el Ponche ayacuchano, la Chicha de jora, Chicha de molle y la Chicha de siete semillas. También es célebre el pan Chapla de Huamanga, que suelen comerse con mermelada de sauco (fruto típico de la región) o queso serrano.

Un poco de Ayacucho

Ayacucho, fundada como San Juan de la Frontera de Huamanga y conocida también como Huamanga, es una ciudad del Perú, capital del Departamento de Ayacucho, situada en la vertiente oriental de la Cordillera de los Andes, a una altitud de 2.746 msnm. Se caracteriza por tener un clima agradable, templado y seco, con una temperatura promedio de 17.5 °C.
Ayacucho es conocida como «La Ciudad de las Iglesias», ya que posee más de treinta iglesias y templos coloniales; se dice incluso que existe prácticamente un templo en cada esquina de
estilo renacentista, barroco y mestizo, con fachadas de piedra e interiores tallados en madera y cubiertos con láminas de metales preciosos. Además, se pueden apreciar majestuosas casonas coloniales, restos arqueológicos que revelan un pasado histórico, que la hacen de por sí una ciudad atractiva. Una buena oportunidad para visitar esta ciudad colonial es durante la Semana Santa, la más emotiva y espectacular del país.
Asimismo, se le da el título de «Muy Noble y Leal Ciudad» por su contribución a la causa de la
corona española durante el periodo de las guerras civiles entre los conquistadores.
Ayacucho, tierra de grandes artesanos, tiene fama internacional por sus manifestaciones artísticas, motivo por el cual ofrece a sus visitantes impresionantes piezas como los cotizados retablos ayacuchanos,
que son pequeños altares portátiles en los que se representan escenas de los Andes; las tablas de Sarhua, en las que se plasma el árbol genealógico de una familia; y las tallas en alabastro, material también conocido en la zona como "piedra de Huamanga".